Gestionar el cambio (1 de 2)

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Hoy en día, el cambio es una constante, sin embargo, reaccionamos mal ante él, lo interpretamos como una amenaza que nos irrita. Gestionar el cambio requiere ser consciente de los bloqueos que nos genera para atravesarlos e incorporarlos en el “software” de nuestro primitivo cerebro.

Durante los últimos 15 años hemos visto muchos cambios y grandes avances, tecnológicos, sociales, médicos…


El mundo evoluciona a la velocidad de la luz  pero nuestro cerebro sigue siendo el mismo de hace miles de años. 


Es ser humano es 70% de agua y a nivel celular funciona por ósmosis, cuya misión es aislar y proteger del exterior, permitir o denegar el paso de sustancias nutrientes a la células.


El cambio es nutritivo, significa evolución y aprendizaje


Subrayo los verbos que definen este fenómeno: aislar, proteger, regular, permitir o denegar, que es exactamente lo que hacemos cuando percibimos un cambio. ¿Te suena?


Nuestro organismo trata de «protegernos» torpemente, negando y rechazando el cambio. Reaccionamos con rabia o miedo, agresividad o parálisis, como si fuéramos a luchar en una inexistente selva. Ahora nuestras batallas son otras.


Interpretamos los cambios como adversidad y tratamos de ser inmunes al cambio. El cambio ha venido para quedarse y o nos subimos al tren, o nos quedamos en la estación, viendo la vida pasar.


¿Cómo reaccionas ante el cambio, aceptas los retos o piensas que cualquier tiempo pasado fue mejor?


Gestionar el cambio implica reinterpretarlo, darle un nuevo significado coherente a los tiempos actuales: el de evolución y crecimiento. Desde ahí nos resultará tan fácil como imprescindible el asumirlo.


Adquirir recursos necesarios, aprender nuevas habilidades y desarrollar nuevos comportamientos, son reacciones adecuadas y adaptativas con la nueva situación, contexto o reto que se nos presente. 


Quizá tengamos mucho que aprender de la actitud de Jack Lemmon en el final de la película “Con faldas y a lo loco”, donde remata cada objeción de Toni Curtis con su lacónico y divertido: «Nadie es perfecto».


Nada es perfecto salvo el romántico pasado, ni somos inmunes al cambio.


La próxima semana continuaré este post y compartiré contigo las fases que suceden en los procesos de cambio.


Hasta entonces te propongo que te diviertas con ellos.

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